viernes, 6 de marzo de 2009

UN GOBIERNO CONSTITUCIONALISTA

Del blog de Rosa Diez

MANTENER LA ALTERNATIVA
"Se han escrito multitud de artículos analizando el resultado de las elecciones vascas. En muchos de ellos he constatado un más que notable alivio ante la nueva oportunidad que la mayoría de los votantes le han dado al PNV. Es verdad que se ha escrito mucho más desde Madrid que desde Euskadi, pero también es verdad que el alivio se ha convertido en el denominador común de los articulistas vascos nacionalistas y de los articulistas españoles progresistas, por denominar así a quienes se podría decir que en el pacto constitucional están más cerca del PSOE (cuando no militan en él) que del PP. La primera reacción es lógica; la segunda pudiera resultar extraña. Pero desde una cierta perspectiva, no deja de tener su lógica. Me explicaré.
Lo que ocurre es que tras las elecciones se ha puesto de manifiesto lo que mucha gente del PSOE y afines pensaban sobre la estrategia del socialismo vasco. No es que esas gentes no compartieran la táctica, los modos, la campaña: lo que no compartían era el objetivo, el fondo.

Ése es el verdadero problema que tiene una parte del socialismo español: que por una parte impulsamos y firmamos un Pacto por la Libertad y contra el Terrorismo que establece con toda claridad nuestro compromiso con el PP para derrotar a ETA, y por otra nos da vértigo pensar que la alternancia la protagonice un gobierno presidido en España por Aznar y en Euskadi por Mayor Oreja. Si eso ocurre -se piensa- tenemos PP para rato.

No crean que no entiendo ese vértigo, lógico, en los dirigentes de cualquier partido que tenga como objetivo ganar elecciones. Sería lógico pero no sería legítimo. Sería lógico, pero sería corto de miras. Sería lógico, pero sería pequeño, torpe. No sería legítimo porque en el País Vasco nos jugamos algo más que el prestigio político de los dirigentes de hoy; y sería torpe porque si no tenemos suficiente altura de miras en esta materia, terminará por notarse que colocamos lo partidista por delante de lo fundamental. Y entonces sí que tendremos PP para rato.
Pero esa segunda reacción de alivio tiene otra explicación más: muestra la renuncia de esos mismos -nunca explicitada pero absolutamente interiorizada- a que el socialismo sea alternativa en el País Vasco. Ésa fue la opción que nos llevó a ceder la presidencia a Ardanza cuando ganamos las elecciones. Es verdad que los tiempos eran otros, que no conseguíamos alianzas para hacer una mayoría suficiente, que ETA era entonces una amenaza cierta para el sistema democrático que aún no estaba consolidado. Y que a cambio, conseguimos el Pacto de Ajuria Enea. Pero también es cierto que en la reflexión del PSOE pesó la convicción de que en Euskadi nada es posible sin el PNV pilotando el barco.
Se me podría decir que en estas elecciones no parecía que iba a ser el PSE quien pilotará la alternancia, y que eso explicaría la reticencia. Es verdad que si el PSE hubiera partido como primera marca del bloque constitucionalista, los desmarques hubieran sido de menor cuantía.

Pero esa sería una explicación a medias. El problema real es el otro: en una parte del PSOE -y en sus intérpretes mediáticos- hay una renuncia a que en el País Vasco se construya una alternativa al nacionalismo. Mucha gente que defiende la alternancia como valor irrenunciable del sistema democrático, hacen una excepción con el País Vasco. Hay quien la justifica en el hecho de la existencia de ETA, cuando el hecho mismo de su persistencia tras más de veinte años de gobiernos nacionalistas, sería otro argumento más a favor de la alternancia.
Porque, vamos a ver, analicemos qué ha ocurrido desde que aprobamos el Estatuto de Autonomía del País Vasco. No es sólo que ETA no haya dejado de matar mientras gobernaba el PNV; es que el PNV desde las instituciones, desde los medios de comunicación públicos, desde sus resortes en el mundo cultural, social, educativo... ha venido construyendo una sociedad cada vez más fragmentada, más dividida, más insolidaria, menos pragmática, menos tolerante, más cerrada. Más nacionalista.

Hoy, tras tantos años de gobierno del PNV, no sólo no hemos cerrado la transición, sino que la hemos abierto. Aquello que el PNV de Arzalluz dijo en el debate constitucional y estatutario, hoy el PNV de Arzalluz lo desdice. El Pacto Estatutario -pacto ciudadano, refrendado en las urnas- se rompe por parte de quienes nos gobiernan. Los que ocupan las Instituciones exigen que se respete la voluntad de los vascos, como si ellos no estuvieran ahí por y para respetarla. Las instituciones se debilitan por parte de quienes las presiden; el antisistema está en el sistema.

Siempre se ha dicho que había que atraer al PNV al pacto democrático para hacernos más fuertes contra ETA. Pero esa misma afirmación esconde las dudas que tienen algunos sobre el talante del PNV, sobre su compromiso con la pluralidad del País Vasco y sobre su voluntad de terminar con ETA sin cobrar precio político alguno. Son esas dudas sobre el alma del PNV las que explican tanta reacción acomplejada: démosles la presidencia, aunque no haya ganado, para así atraerles al consenso contra ETA. No le disputemos la mayoría, aunque tengamos derecho, no vaya a ser que se vayan de nuevo al monte, o no bajen de él. No les tratemos como al partido del gobierno, renunciemos a exigirles responsabilidades por la fractura social, por la confrontación, por la impunidad, por la falta de libertad, por la ineficacia policial, por la incapacidad para enfrentarse con los problemas, no vaya a ser que nos acusen de seguidismo del PP o de querer demonizar al PNV. No denunciemos su complicidad de fines con quienes nos matan. No reiteremos las palabras de Arzalluz sobre el reparto de trabajo entre ETA y el PNV. No exijamos a Ibarretxe que haga algo más que lamentarse.

En definitiva: corramos un tupido velo y volvamos a enero de 1998, cuando aún no sabíamos de sus pactos con ETA, cuando creíamos que Lizarra era una 'apuesta' para conseguir la paz y no un acuerdo entre nacionalistas democráticos y terroristas para acabar con la pluralidad a cambio de que nos dejaran de matar mientras fuéramos obedientes. Sí, ya sé que hoy, tras el alivio compartido del que antes les hablaba, adoptar este discurso sería lo políticamente correcto. Hoy toca hablar de un clima nuevo, de que Ibarretxe ha cambiado, de que hay que hacer algo 'imaginativo' para resolver los problemas del País Vasco (?). O sea, lo de siempre. Toca volver a ir de comparsa del PNV, de chicos educados, de ver si pillamos algo de algún sitio para aparentar que estamos moderando al nacionalismo y apaciguando a la fiera.

Pues bien: hay mucha gente -yo entre otras- que no está por la labor, y más vale que se sepa cuanto antes. Hay mucha gente, sobre todo muchos vascos, que hemos votado en estas elecciones creyéndonos de verdad que la alternativa no sólo es posible, sino saludable. Hay mucha gente que no estamos dispuestos a renunciar -en base a no sé qué prejuicio predemocrático- a ganarle al PNV en Euskadi. La posición del socialismo vasco en estos dos últimos años ha sido de una extraordinaria dignidad y seriedad. Una posición política que nos acredita como un partido con sentido de Estado, por encima del cálculo a corto o de cualquier aspiración nacional o regional que se pudiera ver frustrada. El PSE ha liderado dentro del PSOE una propuesta política para resolver el principal problema de España, el único que nos diferencia de cualquier otro país europeo: el terrorismo. Una propuesta que se podría resumir de la siguiente manera: a) El problema vasco es ETA. b) Terminar con ETA ha de ser, por tanto, la prioridad del Gobierno y de los demócratas vascos. c) El PNV lleva veinte años gobernando y ha de exigírsele la máxima responsabilidad política por la situación actual, como se la demandaríamos a cualquier otro partido en las mismas circunstancias. d) Durante mucho tiempo hemos creído que sin el PNV no se podía acabar con ETA. Hoy estamos convencidos de que el PNV está incapacitado para acabar con ETA. Nunca ha querido derrotarla, siempre ha querido buscarles una salida 'honrosa'. La organización terrorista lo sabe y por eso administra con total prepotencia sus relaciones con ellos. Y e) Ante esta situación, la alternancia, la sustitución del PNV en el Gobierno vasco, se convierte en la clave para combatir y derrotar a ETA.
Esta reflexión, este convencimiento de fondo, es el que ha guiado nuestra acción política desde las elecciones del 98. Convencidos como estábamos de que el PNV está incapacitado para acabar con ETA, el hecho de no haber conseguido ganar en estas elecciones no significa que no tengamos razón y mucho menos que hayamos de renunciar al objetivo. El cambio y la alternancia son, además de posibles, imprescindibles para resolver el llamado 'problema vasco'. Para que en Euskadi podamos hablar de las ideas, del modelo de sociedad, de la vivienda, de la educación..., hemos de terminar con quienes cuestionan la propia convivencia. Y quienes nos han gobernando desde que hay democracia, han demostrado que no saben o no pueden hacerlo. Por muchas oportunidades que han tenido, por muchas ventajas y comprensión que les hemos dado, el hecho es que en 2001 ETA sigue existiendo, la sociedad vasca está cada vez más amenazada y las instituciones vascas son cada vez más débiles e incompetentes por mor de sus propios dirigentes.
Nunca estuvimos tan cerca de conseguir una nueva mayoría, aunque haya quien se encargue de enmascarar esta realidad. Nunca quienes defendemos las reglas del juego y el juego limpio, quienes creemos que acabar con ETA es posible, hemos estado tan cerca de formar un gobierno alternativo al nacionalista, plenamente estatutario y constitucionalista.
Las elecciones han pasado, pero los problemas siguen estando ahí. Algunos somos escépticos sobre la capacidad de Ibarretxe y de su Partido para acabar con esta dramática situación. Otros tienen la obligación de ser más optimistas y yo lo entiendo. Sólo les pido que reflexionen sobre la premisa. ¿Está capacitado el PNV para terminar con ETA? De la respuesta que demos a esta pregunta se derivará una u otra estrategia, más allá del debate sobre táctica.
Termino. Si yo estuviera convencida de que el PNV puede terminar con ETA, defendería la alternancia como lo hago para Cataluña, para Galicia o para España. ¿Cómo no hacerlo en estas circunstancias? "

Artículo de ROSA DÍEZ GONZÁLEZ en "El País" del 8 de junio de 2001.
Rosa Díez González es Eurodiputada y Presidenta de la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo.
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A la vista de las circunstancias he querido sacar a la luz este artículo escrito y publicado tras las Elecciones Autonómicas vascas del 2001. Juan Luís Cebrián había publicado uno en su periódico (el mismo que publicó éste) en el que daba por finiquitada y fracasada cualquier opción alternativa al gobierno nacionalista. Y los coriféos de la prensa "progre-psoe", junto con la cohorte de acomplejados de ese partido, se empeñaban en argumentar el fracaso del constitucionalismo vasco. Yo era entonces, como se ve, dirigente del PSOE. Y pensaba y escribía (afortunadamente existe la hemeroteca) las mismas cosas que defiendo y escribo ahora mismo. Algunas personas se empeñan en enmascarar la realidad; otras nos empeñamos en sostenerla y argumentarla.

Por lo que estoy viendo se empieza a repetir la peor parte de la historia; y eso que ahora el primogenito es el PSOE, y a él le correspondería la lehendakaritza. Pero las resistencias, el conservadurismo, el complejo ante el nacionalismo, ataca de nuevo en la casa del PSOE y sus adláteres. Adobado por el odio institucionalizado y organizado en los últimos años desde el PSOE contra el PP. El PSOE y sus coriféos mediáticos tienen dificultades para cambiar las tornas y argumentar a favor de un pacto con ese partido al que han titulado de la "derecha extrema", contra el que hicieron un Pacto del Tinell, lo más parecido a lo que hizo el PNV en Lizarra: un acuerdo para decretar la muerte civil de los no nacionalistas. Si el PSOE se ha valido de todo (cualquier opacto, cualquier ley, cualquier acuerdo o desacuerdo) con el único argumento de dejar fuera al PP, ¿como diablos van a argumentar, sin periodo de transición alguno, que necesitan al PP para hacerle a López lehendakari?

Observo que los más proclives a la investidura de López como lehendakari en ese mundo de la "prensa-progre" se empeñan en explicar que "esto" nada tiene que ver con lo que fue el pacto constitucionalista del 2001. Por eso reniegan del PP aunque sepan que necesitan de sus votos; quieren que el PP les vote mudo y que sea, además, trasnparente; vamos, que no se note que les vota, que no les "manche" con su presencia. Y se desesperan y reniegan ante la posibilidad de que sólo con el voto del PP no consigan la mayoría absoluta; sólo de pensar que el escaño de UPyD puede ser clave numéricamente (políticamente lo somos en cualquier caso), se les ponen los pelos como escarpias. Sólo tenemos un escaño; pero tenemos cero complejos. Sabe el PSOE que nuestro precio es político; que no nos va a temblar el pulso para defender en privado las mismas cosas que defendemos en público. Y que tenemos tanta ambición de país que no nos conformaremos con un cambio de gobierno: exigiremos un cambio de política, porque eso es lo que han votado los ciudadanos. No nos da miedo que nos llamen frentistas; nunca hemos considerado que los acuerdos entre constitucionalistas lo fueran; yo misma los llevo defendiendo desde 2001. Es el PSOE el que tiene que reciclar su lenguaje; se ha pasado tanto tiempo llamando "frentista" a un posible acuerdo con cualquiera que no fuera nacionalista que ahora tiene dificultades para explicarselo a "los suyos". Y se sorprenden cuando Urkullu utiliza su mismo lenguaje...

El constitucionalismo ha ganado esta vez en el País Vasco. El constitucionalismo, no el PSE. Por eso es preciso un acuerdo político de los constitucionalistas. Nada tenemos que decir sobre el color (monocolor, bicolor, multicolor...) del gobierno; pero sí habremos de decir muchas cosas sobre la política que ese gobierno se comprometa a llevar adelante. Es la política la que ha de estar pactada; es la política vasca la de ha ser de coalición. Porque es el constitucionalismo vasco el que ha ganado las elecciones, no Patxi López.
Quiero reiterar que haremos todo lo que esté en nuestra mano para provocar esa alternativa que el País Vasco, sus ciudadanos, necesitan. Que el PNV pase a la oposición es imprescindible para prococar la alternativa, pero no es suficiente. La alternativa es otra forma de gobernar, otra política. Una política pactada entre quienes la defienden y quienes la hacen posible. Una política cuya columna vertebral esté a salvo de sobresaltos; una política que dé un horizonte de estabilidad al País Vasco. Sería una irresponsabilidad no tener como objetivo un pacto de gobierno sobre politica educativa, política lingüistica, política antiterrorista y política de financiación y económica. Con un paro que crece de forma imparable, con una situación de crisis economica de gravedad desconocida en nuestro país, ¿como explicar que no se busque --en Euskadi como en el conjunto de España--, un gran pacto sobre estas cuestiones?
Tenemos la oportunidad de zanjar la transición en el País Vasco. Y debemos aprovecharla. Se repite la historia del 2001; y se demuestra que la única alternativa al nacionalismo vasco es el constiucionalismo. Cuando antes se den cuenta los socialistas y sus corifeos de esta terca realidad, antes haremos posible lo que es necesario. Por nosotros no va a quedar.
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NOTA INFORMATIVA.
Algunos "analistas" de la prensa progre-psoe se empeñan en decir que "esto" nada tiene que ver con lo del 2001 y que aquello fue un gran fracaso de la estrategia del PSE de Nicolás Redondo del PP de Jaime Mayor Oreja. Repasemos los datos:
Resultados 2001. Resultados 2009.
PP 323.918 votos PP 144.944 votos
PSE-EE 250.919 votos PSE 315.893 votos
SUMA CONSTITUCIONALISTAS 2001: 574.837 SUMA PSOE+PP 2009: 460.837
O sea, que para los que creemos en la alianza de los constitucionalistas vascos como única opción para construir la alternativa al gobierno nacionalista, aquello del 2001 en modo alguno fue un fracaso. De hecho sumamos ciento catorce mil votos más que en 2009. El PSE de Nicolás Redondo, partido en la oposición a nivel nacional, sacó doscientos cincuenta mil novecientos diecinueve meritorios votos; hoy, con lo que ha llovido, con dos Planes Ibarretxe, con nueve escaños más para repartirse, gobernando en España, el Partido Socialista de Patxi López se ha quedado lejos de sus espectativas: a seis escaños del PNV. Ha ganado en Álava por mucho menos de lo esperado, 1,2 puntos de diferencia; y el PNV le ha sacado 10,95 puntos en Vizcaya y 6,38 en Guipuzcoa. Y el Partido Popular de Basagoiti ha sacado ciento setenta y nueve mil novecientos setenta y cuatro votos menos que el Partido Popular de Jaime Mayor Oreja. O sea, que no fue tan mal entonces; que sumados los escaños del PSOE y PP eran 32; y el PNV tenía 33. Que Batasuna tenía 7; y que lo decisivo fue que IU sumó sus tres escaños al PNV. Lo dicho: que no fue tan mal; ni es oro ahora todo lo que reluce. Recordado queda; más que nada para que quienes hablen lo hagan con sentido de la realidad. Y para que nadie nos reescriba la historia.

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